Suplas es una marca de riego agrícola desarrollada con la experiencia en ingeniería, producción e I+D de larga trayectoria de Akplas, que opera en el sector desde 1989.
El maíz es un cereal de clima cálido, de día corto y de ciclo anual, que puede cultivarse con éxito en las zonas climáticas tropicales, subtropicales y templadas, en las regiones situadas entre los 58o de latitud norte y los 40o de latitud sur, excepto la Antártida, desde el nivel del mar hasta altitudes de 4000 m, en zonas con elevada duración de la insolación.

La planta de maíz puede cultivarse con éxito en casi todos los tipos de suelo que sean ricos en materia orgánica, con un perfil profundo, buen drenaje y aireación, sin problemas de salinidad y con una reacción neutra (pH 6-7). No es muy exigente en cuanto al tipo de suelo. Sin embargo, no se recomienda el cultivo de maíz en zonas donde la salinidad es alta (> 1,7 Mmhos/cm) y el nivel freático está cercano a la superficie, ya que en dichas condiciones la planta presenta un desarrollo insuficiente.
Si la parcela donde se va a sembrar maíz está vacía, es decir, se ha dejado en barbecho, debe labrarse en otoño con un arado de vertedera a una profundidad de unos 20 cm y dejarse así durante el invierno. En la primavera, en el periodo en que se vaya a realizar la siembra, la capa superior del suelo debe aflojarse superficialmente con un apero que trabaje la parte alta del terreno –por ejemplo, una cultivadora–, se aplican los fertilizantes de fondo que deban darse antes de la siembra y los herbicidas que deban incorporarse al suelo, y todo se mezcla con rastra para preparar un lecho de siembra uniforme. Si no se ha podido realizar la labor de otoño, la primera labor de primavera debe hacerse con aperos como el chisel, que rajen el suelo y trabajen de forma poco profunda, en lugar de un arado de vertedera que lo invierta.
En años anteriores se sembraban sobre todo variedades locales de polinización abierta y bajo rendimiento, pero con el desarrollo de las variedades híbridas, estas variedades locales han sido sustituidas en general por híbridos de maíz. Como el potencial de rendimiento de los híbridos es mucho más alto, la superficie de siembra de estos materiales se amplía cada año. Los híbridos pueden ser de cruzamiento simple, doble, triple o cuádruple; sin embargo, en la producción actual se utilizan más comúnmente los híbridos de cruzamiento simple.
Al elegir una variedad, en primer lugar debe investigarse la capacidad de adaptación de la misma a las condiciones de la región y prestarse atención a que los días hasta la madurez sean adecuados al clima local. Las variedades modernas de maíz se clasifican en 8 grupos según el sistema FAO, en función de su precocidad o tardanza. Dentro de estos grupos, que van de FAO-100 a FAO-800, FAO-100 representa variedades muy precoces (que maduran en unos 70-75 días) y FAO-800 variedades muy tardías (que maduran en unos 140 días). De forma similar, el grupo FAO-400 incluye variedades de precocidad media (100-105 días) y el grupo FAO-600 variedades de media tardanza (115-125 días).
En la región de Anatolia, normalmente las variedades de los grupos FAO-500 y FAO-600 dan resultados más adecuados, mientras que en nuestras regiones del sur, donde el periodo vegetativo es más largo, las variedades de los grupos FAO-700 y FAO-800 pueden mostrar un mejor rendimiento.
Al determinar la variedad, además de la adecuación del periodo de madurez a la región, son criterios importantes un elevado potencial de rendimiento, la resistencia a las enfermedades y plagas que puedan aparecer en la zona y la tolerancia al encamado.
Para que las semillas de maíz germinen de forma sana y se obtenga una emergencia uniforme, la temperatura del suelo en la profundidad de siembra debe ser al menos de 10-12oC. Esto debe tenerse muy en cuenta al planificar la fecha de siembra. Si se siembra con temperaturas inferiores, la germinación puede retrasarse, la emergencia puede ser irregular o las semillas pueden pudrirse antes de germinar. Por ello, para la siembra de maíz debe esperarse a que la temperatura del suelo alcance los 10-12oC. Expresándolo en fechas: en la región de Tracia, la siembra como cultivo principal puede comenzar generalmente después del 25 de abril; en nuestras regiones del sur, a partir de principios de abril; y en Anatolia Central, después del 25 de abril.
Como regla general sobre la época de siembra, es más seguro comenzar a sembrar después de la última fecha de heladas de la región. Las plántulas de maíz sembradas antes de la última helada pueden verse gravemente dañadas por los episodios de heladas que se presenten en sus primeras fases de desarrollo.
Se recomienda que las siembras de maíz se completen, como muy tarde, hacia el final de la primera semana o mediados de la segunda semana de mayo. En siembras más tardías, la fase de floración y polinización de la planta puede coincidir con un periodo muy caluroso y seco; ello puede provocar polinización y fecundación insuficientes y, en consecuencia, una disminución del rendimiento en grano. Además, en siembras tardías, la maduración, el secado y la cosecha pueden coincidir con la época lluviosa, aumentando el riesgo de que el cultivo permanezca en el campo.
En nuestras regiones del sur, las siembras de maíz como segundo cultivo realizadas hasta finales de junio pueden proporcionar rendimientos de grano satisfactorios, mientras que en la región de Tracia las siembras de maíz de segundo cultivo suelen no alcanzar los niveles de rendimiento deseados. Si en esta región se acepta una reducción de rendimiento, se pueden utilizar variedades muy precoces. Si el objetivo es producir ensilado en lugar de grano, casi cualquier variedad de maíz puede sembrarse como segundo cultivo. El maíz sembrado como segundo cultivo a finales de junio o principios de julio en la región de Tracia puede cortarse para ensilado, como muy tarde, hacia finales de septiembre.

En la actualidad, salvo las siembras a voleo que se realizan de forma obligada en zonas donde no hay mecanización o el terreno no es apto para la agricultura mecanizada, el maíz se siembra generalmente con sembradoras neumáticas, lo que permite ajustar fácilmente la distancia entre hileras y entre plantas.
En la siembra en hileras se prefiere en la mayoría de los casos una distancia entre líneas de 70 cm y una distancia entre plantas de 25 cm. Con esta disposición se obtienen aproximadamente 6.000 plantas por decárea. Los estudios realizados para lograr altos rendimientos en grano muestran que la densidad óptima está entre 6.000 y 7.000 plantas por decárea. No obstante, se sabe que, en condiciones favorables, es posible obtener altos rendimientos incluso con densidades de 8.000-9.000 plantas por decárea.
Si el objetivo de la siembra de maíz es obtener ensilado, las distancias entre hileras y entre plantas pueden reducirse ligeramente. Por ejemplo, la distancia entre hileras puede reducirse a 60 cm y la distancia entre plantas a 15-20 cm. En este caso, al aumentar el número de plantas por decárea, las plantas presentan tallos más finos, mayor altura y más hojas; esto es un factor importante que incrementa el rendimiento de ensilado.
Para la producción de grano, en un marco de siembra de 70 cm x 25 cm, dependiendo del peso de mil granos de la variedad, son suficientes 2-3 kg de semilla por decárea.
En los campos donde se cultiva maíz, para que las plantas se desarrollen de forma saludable, se debe procurar un ambiente de cultivo en el que el maíz no compita con otras plantas, es decir, un ambiente en el que sólo se encuentre la planta de maíz. Las plantas que se definen como malas hierbas comparten el agua y los nutrientes del suelo con el maíz, debilitándolo, y proporcionan refugio a numerosos agentes patógenos y plagas, lo que puede provocar importantes reducciones de rendimiento. Por ello, es imprescindible llevar a cabo un control eficaz de las malas hierbas.
Los herbicidas empleados en el control de malas hierbas se agrupan en tres categorías según el momento de aplicación: los aplicados antes de la siembra e incorporados al suelo, los aplicados después de la siembra pero antes de la emergencia y los aplicados después de la emergencia directamente sobre la parte aérea verde de las malas hierbas.
En nuestro país, el método más utilizado es la aplicación en superficie antes de la emergencia. Inmediatamente después de la siembra del maíz, antes de la emergencia de las plantas, se pulveriza la superficie del suelo. Para el control de malas hierbas anuales de hoja estrecha y ancha se utiliza el producto denominado “Primextra” a una dosis de 500 ml por decárea. En suelos de textura muy pesada, la dosis se incrementa a 600 ml/da, mientras que en suelos arenosos o con un contenido muy bajo de materia orgánica (alrededor del 0,5%), 350 ml/da son suficientes. Para las aplicaciones preemergentes también puede utilizarse el producto denominado “Guardian”.
Si, después de la emergencia del maíz, cuando las plantas alcanzan una altura de 15-20 cm, la superficie del terreno presenta una alta densidad de malas hierbas de hoja ancha, pueden utilizarse herbicidas que contienen “2,4 D Amin” a una dosis de 100-150 ml por decárea.
Las empresas de fitosanitarios introducen de vez en cuando nuevos herbicidas con distintas formulaciones. Por ello, para obtener información sobre los productos más actuales y posiblemente más eficaces, conviene consultar a los organismos agrícolas más cercanos o a los distribuidores de productos fitosanitarios.
En la agricultura del maíz, hoy en día también existen variedades de maíz transgénico (genéticamente modificado) desarrolladas mediante métodos biotecnológicos para el control de malas hierbas. En dichas variedades, los herbicidas aplicados eliminan las malas hierbas sin dañar la planta de maíz. Sin embargo, no debe olvidarse que siguen en curso los debates sobre el uso de este tipo de variedades.
La planta de maíz, durante todo su ciclo de cultivo, puede verse expuesta a diversas enfermedades causadas por hongos, bacterias, virus, nematodos y agentes similares, así como al ataque de distintas plagas.
Aunque la frecuencia de aparición varía según las características climáticas de las regiones, las enfermedades más comunes en el cultivo del maíz incluyen pudriciones en raíces, tallos, mazorcas y granos; las quemaduras foliares causadas por agentes de Helminthosporium spp. (H. maydis, H. turcicum); y la enfermedad del carbón (Ustilago maydis), que puede provocar reducciones importantes en el rendimiento en grano.
Además de las enfermedades, algunas plagas también pueden causar problemas graves en los campos de maíz. Los pulgones (Aphid maidis), que dañan al alimentarse de la savia de la planta y se observan con mayor frecuencia en condiciones frescas y húmedas; los ácaros rojos (Tetranychus spp.), que se intensifican en tiempo caluroso y seco; el gusano verde (Heliothis armigara) y la oruga militar (Spodoptera), que dañan al alimentarse del follaje; y, en algunas regiones, el taladro del tallo del maíz (Östrinia sp) y el taladro de la mazorca (Sesamia sp), que excavan galerías en el tallo y la mazorca y causan pérdidas importantes, se encuentran entre las plagas más destacadas.
El primer paso en el control de enfermedades y plagas consiste en dar prioridad a especies y variedades resistentes en la elección del material vegetal. Si existen variedades resistentes adecuadas, deben preferirse. Si no existe una variedad resistente apropiada, debe recurrirse a la rotación de cultivos, y antes de la siembra las semillas deben tratarse para prevenir tanto enfermedades como plagas del suelo. La recolección y eliminación de los restos de cultivo que quedan en el campo tras la cosecha y una fertilización equilibrada durante el ciclo de cultivo, que evite el debilitamiento de las plantas, son también medidas preventivas importantes.
A pesar de todas estas medidas preventivas, si aparecen enfermedades y plagas, debe recurrirse al control químico. Para ello, pueden utilizarse preparados fungicidas contra las enfermedades y preparados insecticidas contra las plagas.
De forma similar al control de malas hierbas, también se han desarrollado, mediante trabajos biotecnológicos, variedades de maíz transgénico resistentes a determinadas plagas. En estas variedades, gracias al gen incorporado a la planta, plagas como el taladro del tallo y de la mazorca no pueden alimentarse de ella ni causar daños; en cierto modo, la planta produce su propia sustancia protectora. Sin embargo, los debates sobre el uso de variedades genéticamente modificadas continúan y, en nuestro país, actualmente no se permite su uso en la producción.
El periodo más sensible al riego en el maíz es la fase de floración. Un déficit hídrico durante la emergencia de la panoja y la fase de polinización disminuye el número de granos por mazorca y provoca pérdidas de rendimiento importantes.
Cuadro 1. Valores de consumo de agua del cultivo de maíz
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Meses |
Consumo de agua del cultivo (mm) |
Precipitación media (mm) |
Necesidad de agua de riego (mm) |
|
Mayo |
63,5 |
42,7 |
20,8 |
|
Junio |
140,6 |
31,2 |
109,4 |
|
Julio |
188,8 |
10,5 |
178,3 |
|
Agosto |
179,5 |
9,1 |
170,4 |
|
TOTAL |
572,4 |
93,5 |
478,9 |
La densidad de plantas, en función de la variedad, debe ajustarse de forma que la distancia entre plantas sea de 25-30 cm y la distancia entre hileras de 70 cm, de modo que se consigan entre 4.500 y 5.500 plantas por decárea. La profundidad de siembra debe ser de aproximadamente 5 cm y la siembra de maíz debe comenzar cuando la temperatura del suelo alcance al menos 10 ⁰C. En las condiciones de Anatolia Central, la época de siembra más adecuada es la primera mitad de mayo, cuando la temperatura del suelo se sitúa en 13-15 ⁰C.

El consumo de agua del cultivo es la suma del agua perdida por evaporación desde el suelo y por transpiración desde la planta. En el Cuadro 1 se observa que el consumo total de agua del cultivo de maíz en las condiciones de Konya es de 478,9 mm.

Con la germinación de la semilla de maíz se inicia un rápido desarrollo del sistema radicular y, aproximadamente en la séptima semana tras la emergencia, coincidiendo con el momento del abonado de cobertera, se alcanza la estructura radicular más desarrollada. La profundidad efectiva de la raíz del maíz es de unos 60 cm, pero la mayor parte de las raíces finas se concentra en los primeros 40 cm desde la superficie. Por ello, al preparar el programa de riego por goteo, debe considerarse una profundidad efectiva de 40 cm y comenzar el riego cuando se haya consumido el 50% del agua a capacidad de campo.
Cuadro 2. Distancias entre goteros (cm) según la velocidad de infiltración del suelo y el caudal del gotero
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Caudal l/h |
Velocidad de infiltración del suelo (mm/h) |
|||||||||||
|
5 |
10 |
15 |
20 |
25 |
30 |
35 |
40 |
45 |
50 |
55 |
60 |
|
|
1,6 |
40 |
28 |
23 |
20 |
18 |
16 |
16 |
14 |
13 |
13 |
12 |
12 |
|
2,2 |
67 |
40 |
33 |
28 |
26 |
23 |
22 |
20 |
19 |
18 |
17 |
16 |
|
2,6 |
65 |
46 |
37 |
32 |
29 |
26 |
25 |
23 |
22 |
21 |
20 |
19 |
En los sistemas de riego por goteo, en suelos ligeros de textura arenosa se coloca una tubería de goteo por cada hilera, mientras que en suelos de textura más pesada es posible colocar una línea para cada dos hileras. La instalación de una línea independiente para cada hilera en suelos pesados permite un control más preciso de la zona humedecida y contribuye a reducir la cantidad de agua y energía utilizadas. La longitud máxima de las tuberías de riego por goteo varía en función de factores como el diámetro de la tubería, el caudal de los goteros, la distancia entre ellos, si los goteros son o no autocompensantes y la presión de trabajo. En el cuadro siguiente se indican las longitudes máximas de las tuberías de goteo planas no compensadas para distintas distancias y caudales de los goteros.
|
Variación de caudal % |
Distancia entre goteros (cm) y caudal (l/h) |
|||||||||||
|
25 cm |
30 cm |
40 cm |
50 cm |
|||||||||
|
1,6 |
2,2 |
2,6 |
1,6 |
2,2 |
2,6 |
1,6 |
2,2 |
2,6 |
1,6 |
2,2 |
2,6 |
|
|
5,0 |
104 |
72 |
118 |
80 |
153 |
106 |
164 |
119 |
||||
|
7,5 |
116 |
81 |
130 |
89 |
180 |
118 |
185 |
134 |
||||
|
10,0 |
124 |
85 |
140 |
94 |
182 |
124 |
198 |
141 |
||||
|
15,0 |
145 |
91 |
155 |
102 |
200 |
137 |
220 |
156 |
||||
Se recomienda iniciar el riego del maíz cuando se haya consumido el 50% del agua a capacidad de campo dentro de la profundidad efectiva de la raíz. Considerando una profundidad de suelo de 40 cm, la cantidad de agua que se permite consumir puede tomarse como 40-45 mm para suelos de textura media y pesada, y 25-30 mm para suelos ligeros. En Anatolia Central, los intervalos y el número de riegos para suelos de textura media, pesada y ligera donde se cultiva maíz se muestran en el cuadro siguiente.
|
Meses |
Suelos de baja velocidad de infiltración, textura media y pesada (arcillosa) |
Suelos de alta velocidad de infiltración, textura ligera (arenosa) |
||
|
Intervalo de riego (días) |
Número de riegos |
Intervalo de riego (días) |
Número de riegos |
|
|
Mayo |
- |
1 |
- |
1 |
|
Junio |
10 |
2 |
7-8 |
2 |
|
Julio |
7-9 |
3-4 |
5-6 |
5-6 |
|
Agosto |
8-9 |
3-4 |
6-7 |
4-5 |
|
Septiembre |
1 |
1 |
||
|
TOTAL |
10-12 |
13-16 |
||
Para obtener 1000 kg de maíz en grano por decárea, se extraen del suelo aproximadamente 20-24 kg/da de fósforo y 26 kg/da de potasio como nutrientes puros. La fertilización debe planificarse necesariamente según los resultados del análisis de suelo; las cantidades de fertilizantes nitrogenados y fosfatados deben ajustarse teniendo en cuenta el nivel de fósforo y el contenido de materia orgánica del suelo. Dado que los suelos de Turquía son generalmente ricos en potasio, este nutriente debe aplicarse únicamente en la cantidad necesaria.
La aplicación, antes de la siembra, de 5-6 toneladas de estiércol de granja, 2-3 toneladas de estiércol de pollo o 2 toneladas de compost por decárea incrementa el rendimiento, mejora la estructura del suelo y actúa como fuente de materia orgánica y nutrientes. Cuando se aplica materia orgánica, gracias a los nutrientes que contiene, la cantidad de fertilizante químico que se emplea puede reducirse al menos a la mitad. No obstante, para evitar la acumulación de sales en el suelo, no debe utilizarse en exceso estiércol de pollo.
Cuadro 3. Fertilizantes a aplicar con la siembra según la cantidad de fósforo en el suelo
|
Fósforo (kg/da) |
Tipo de fertilizante |
Dosis (kg/da) |
|
0 |
DAP (18-46-0) |
20 |
|
3-4 |
20-20-0+Zn |
20 |
|
5-6 |
20-20-0+Zn |
15 |
|
7-6 |
20-20-0+Zn |
10 |
|
>9 |
Sulfato amónico (%21 N) Nitrato amónico (%26 N) Nitrato amónico (%33 N) |
20 15 12 |
Sugerencia: Se recomienda encarecidamente aplicar los fertilizantes fosfatados al suelo como abono de fondo junto con la siembra.
La parte restante de las necesidades de nitrógeno debe completarse, de acuerdo con el programa de fertilización nitrogenada indicado en el Cuadro 4, en cada riego y hasta aproximadamente un mes antes de la cosecha. En los sistemas de riego por goteo, los fertilizantes nitrogenados pueden aplicarse como nutriente puro a razón de 2 kg/da en 9 riegos en suelos de textura pesada y a razón de 1,5 kg/da en 12 riegos en suelos de textura ligera.
Cuadro 4. Programa de fertilización nitrogenada en el maíz (kg/da)
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Tipo de fertilizante |
En suelos de textura media y pesada |
En suelos de textura ligera |
|
Sulfato amónico (%21 N) |
10,0 |
7,5 |
|
Nitrato amónico (% 26 N) |
7,5 |
6,0 |
|
Nitrato amónico (% 33 N) |
6,0 |
4,5 |
|
Urea (%46 N) |
4,0 |
3,0 |
La cosecha del maíz debe realizarse cuando los granos de la mazorca han completado su madurez fisiológica y el contenido de humedad ha descendido por debajo de un determinado nivel. El método más fiable consiste en tomar un número determinado de mazorcas de una parcela que parezca madura, trillar los granos y medir su contenido de humedad. En los casos en que esto no sea posible, debe comprobarse la presencia del denominado “punto negro” en la zona donde el grano se une a la mazorca.
Se entiende que el maíz ha alcanzado la plena madurez cuando se ha formado una capa negra en la zona donde los granos se unen a la mazorca. Si al menos 3 de cada 4 granos tomados al azar de la parte central de la mazorca presentan el punto negro, se considera que el maíz ha completado su madurez fisiológica. En esta fase, el contenido de humedad del grano es de aproximadamente el 30-35% y es adecuado para la cosecha manual.
La cosecha del maíz también puede realizarse fácilmente con cosechadoras de trigo-cebada mediante algunas adaptaciones. Para ello, al frente de la barra de corte de la máquina deben acoplarse aparatos que permitan sujetar mejor los tallos de maíz. Para la cosecha mecanizada se recomienda generalmente que el contenido de humedad del grano se sitúe entre el 20-25%. En mazorcas demasiado secas, los daños por rotura de grano durante la cosecha pueden aumentar.
En las cosechas realizadas con un alto contenido de humedad, pueden producirse ciertas pérdidas y el producto obtenido debe secarse hasta alcanzar una humedad adecuada antes de almacenarse, lo que genera costes adicionales. Por ello, si las condiciones climáticas lo permiten, una opción es retrasar un tiempo la cosecha para que las mazorcas se sequen de forma natural en el campo.
Si el producto está húmedo después de la cosecha, debe secarse antes del almacenamiento. En la actualidad, existen secadoras de grano en muchos lugares. Si el producto va a almacenarse durante menos de 6 meses, el contenido de humedad debe reducirse al 15%; para periodos de almacenamiento más largos, al 13-14%.
En el secado de productos destinados a semilla, debe prestarse atención a que el embrión no sufra daños; por ello, la temperatura de secado no debe superar los 36oC. En el secado de maíz destinado a pienso o a otros usos distintos de semilla, pueden utilizarse temperaturas más altas.
Si la cosecha se realiza con fines de ensilado, el corte debe realizarse con una máquina picadora de forraje cuando las mazorcas se encuentren entre los estados lechoso y pastoso, es decir, antes de que los granos se endurezcan completamente.